P.A.J.A. (Pensamientos Angustiados de un Joven Académico)

Episodio I

Ya sonó el despertador. Mucha fiaca. La pausa del celular me da unos instantes más de benevolencia. La primera imagen que se me viene antes de abrir los ojos es la última página del día de ayer: “El Sistema Nervioso Autónomo es…”. Revoleo la cabeza un poco, de lado a lado, para ver si logro disipar esa página. Y lo logro. El problema es que aparece otra nueva: “…es decir, que en las diferentes etapas del ciclo de Krebs,…”.

¿Ciclo de Krebs? ¿Me voy a acordar de esto? ¿Si me acuerdo, me va a servir? ¿Tendrá algo que ver con la diabetes del tío José?

Vencido el primer obstáculo de la mañana, que sería despegar los párpados, comienzo mi ritual matutino de los días martes. Desayuno escuchando -más que mirando- la tele, y de refilón se filtra: “…hay paro docente en la UBA…”. Mi primera reacción es una única pregunta: ¿hay o no hay clases? La verdad es que no sé, después llamo al centro y averiguo.

¿Por qué hay paro en la universidad? ¿Por qué me entero por la tele y no en persona? ¿Es más importante si hay clases o no, o el motivo del paro?

Mientras tanto, sigo con lo planeado, no puedo regalar ni un minuto, se me viene el primero de fisio y todavía no terminé de leer todo una vez; encima Paula me dijo que le dijo su hermano que tiene un amigo que es ayudante de anato que le comentó que el año pasado tomaron todo sistema límbico.

¿Para quién estoy estudiando? ¿Para mi formación como médico o para el que me va a tomar?

Después de una intensa y nutritiva mañana fisiológica, paro para almorzar las milanesas de la abuela. Mientras el parasimpático comienza a hacer su trabajo, llamo a la facu a ver que onda con el paro. El pibe del CECIM me dice que algunas cátedras sí están dando clases y que no adhieren a los reclamos. Parece que la mía da clases, así que voy. Antes de salir rezo veinte veces para no tener que ir al pedo. Y parece que las plegarias hicieron efecto, ya que luego de atravesar las banderas, los panfletos, los megáfonos, los gritos, los militantes, las mesitas y algún que otro obstáculo más, llego al ascensor y me encuentro a Paula que me confirma que hay clase.

¿Por qué será que algunas cátedras apoyan y otras no? ¿Está bien que siga sin preguntarme por qué es el paro? ¿Obstáculos? ¿El paro es un obstáculo para mi formación? ¿Seré yo un obstáculo para el paro?

Que garrón. Alrededor de la filmina número 55 me quedé dormido. El veterano ese se fue por las ramas con la filogenia del sistema auditivo en las estrellas de mar y no me quedó nada en la cabeza más que un sueño inconcluso. Me voy con la completa sensación de haber perdido parte del día. Si hubiese sabido que las filminas estaban posteadas en Mancia ni venía.

¿Le importará al docente que me quede dormido en su clase? ¿El único recurso didáctico que existe es el Powerpoint? ¿A mis compañeros les importará todo esto?

Además de todo, a la salida de la cursada, me la agarro con un flaco, de no sé que partido, que me viene a hablar de presupuesto, de las condiciones edilicias y muchos otros blablaces que no llego a escuchar. Posta que me voy muy caliente, ni a Pau salude.

¿Qué lo mueve a este flaco para venir a hablarme? ¿Tendría que importarme lo que tiene para decirme? ¿Por qué siento tan ajenas sus preocupaciones si estudiamos en el mismo lugar?
 
Volviendo en el bondi trato de calmarme un toque y pensar (aunque no le recomiendo a nadie que lo haga en el 140 a la hora pico y con el colectivo hasta las manos). Trato de concentrarme en lo que pasó hoy en la facu, pero me cuesta mucho. No paran de venir a mi cabeza millones de imágenes y de frases, la fecha del examen, los choices que tengo que practicar, la inmensa cantidad de temas que me faltan leer, los pibes de la mesa que no paran de decir que están al horno a pesar de que ya repasaron dos veces cada parte del programa, los folletos del DaVinci que me garantizan aprobar las materias, mis amigos preguntándome mil veces si salgo ese fin de semana, y…, y…, y…

¿Tendrán algo que ver los cuestionamientos que me hago sobre la cursada, el paro y lo que me quería decir el pibe y no quise escucharlo?

Episodio II

Otra vez el despertador está sonando. Esta vez más temprano ya que tengo que estar a las 8:00 en el hospital. Mi desayuno se reduce a unos mates amargos a las apuradas, no tengo tiempo para comer. Después me compro un alfajor en el kiosco (no en el buffet del hospital porque te arrancan la cabeza…). 
En el Clínicas me subo los once pisos por escalera porque en el único ascensor hay una cola de quince minutos. Mejor, así fortalezco los cuádriceps (¿habrán pensado en mi salud cuando pusieron el aula en el piso once?). Acá sigue el powerpoint. Hay muchas caras de sueño. Varias sillas están rotas. Varias persianas del aula también. Espero que no caiga ninguna matando a un transeúnte…

Diferentes edificios, iguales condiciones de cursada… ¿Coincidencia?

En el práctico somos ocho alumnos por cama, gracias si le puedo tocar el dedo del pie. Igual estoy contento porque nos toco la cama más interesante, leucoencefalopatía multifocal progresiva, ¡¡en HIV negativo!! El trato de los docentes con los pacientes varía. Algunos los saludan, se presentan al comenzar, le preguntan cómo se siente. Otros por el contrario no se presentan, ni los saludan ni piden permiso para realizar maniobras. Parece que el trato no está “estandarizado”. A veces siento un poco de pudor. Trato de explicarles que somos estudiantes. Les pregunto si podemos revisarlos, etc. A veces los docentes me miran como acordándose… sí, está bien. Muy bien. Cierto que había que hacer eso…

¿Qué le queda al paciente de mi práctica? ¿Y a mí? ¿Por qué mi práctica es sólo con pacientes internados? ¿Las gripes no son interesantes? ¿Puede el paciente elegir si quiere o no que practiquemos con él?

En la anamnesis tengo ganas de hacerle muchas preguntas al paciente sobre su vida, pero me contengo. El otro día un ayudante me dijo que me iba por las ramas y que algunas preguntas eran irrelevantes. Que me centre más en la patología.

¿Mis preguntas son irrelevantes para quién? ¿Quién define qué es lo que hay que preguntar? ¿Me interesa el paciente o sólo su patología?

El jefe de cátedra nos encuentra por el pasillo. Le gusta dar lecciones de vida al pasar. Nos tira una frase muy enigmática… “ustedes tiene que esforzarse por aprender porque a toda esta gente pobre la van a atender ustedes en la residencia. A los ricos los voy a atender yo en mi consultorio…” (frase verídica pronunciada por un jefe de cátedra del Hospital de Clínicas).

Episodio III

Me levanto a las 11 de la mañana y sigo deliberando si ir o no al CeSAC de Lomas del Mirador donde me asignaron la rotación de Pediatría del IAR (creo que no les interesó que vivo en Almagro y que mi UDH era el Clínicas). Pensar que antes de que empezara el IAR dije que iba a aprovecharlo para aprender cosas de la práctica médica que no aprendí durante la facu. La realidad es que después de dos semanas todavía no encontré al responsable (si es que este existe) para que me diga que hacer.

¿Tiene que haber un año de práctica? ¿Después de seis años de qué?

A fin de año termino el IAR y el año que viene empiezo la residencia. El otro día salí a tomar una cerveza con Pau que me contó que está re tranqui porque esta haciendo el curso del ISEF para preparar el examen de residencia, que lo empezó hace más de tres meses y faltan como siete para el examen; y yo que pensaba arrancar en octubre…

¡¡¡Qué bueno, por la módica suma de 7000 pesos te venden tranquilidad!!!

Cuestión que al día siguiente fui al CeSAC porque no me daba la cara para faltar toda la rotación. Allá me encuentro con Marcelo, un residente de primer año de pediatría, que entre mates me cuenta que este año fue uno de los afortunados del 20% que entró en las residencias de Muni.

¿El 20%? ¿Este porcentaje es suficiente para responder las demandas de salud de la población? Las colas desde las 5 de la mañana para sacar uno de los 15 turnos diarios para el pediatra dicen lo contrario…

Me cuenta también que está haciendo 16 guardias por mes; que entra a las 6 de la mañana y se queda hasta las 9 de la noche pasando historias clínicas y que le dijeron que va a cobrar 3600 pesos (aunque después de 5 meses todavía no vio un mango). Que su trabajo básicamente consiste en ser el che pibe de los residentes superiores. Que a veces no tiene insumos para trabajar. Que se le amontonan los pacientes en la sala de espera… (que loco que sólo entra un 20%, ¡¡¡¡me tengo que ir a poner las pilas YA!!!!)

¿Se aprenderá algo después de 24 horas sin dormir? ¿Y cómo atiendo a mis pacientes en esas condiciones? ¿No será poco cobrar 7 pesos por hora?

Epílogo…

Después de unos cuantos años… la cosa podía seguir más o menos así:

La facultad seguía más o menos el curso que venía trayendo en el que cada vez se deterioraban más las condiciones edilicias. Eso, como todo, se iba naturalizando. La enseñanza seguía formando parte del deterioro generalizado de la salud sin generar una mirada crítica que le diera herramientas para transformarlo. Clases monótonas. Un plan de estudios sin cambios; útil para formar empleados de las prepagas y residentes explotados para sostener el sistema público de salud, o para formar cuentapropistas que tratan de zafar de todo, o empresarios que saben cómo hacer mucho dinero con el trabajo de otros.
Nuestro amigo se recibió. Después consiguió trabajo en una prepaga donde tenía que atender diez pacientes en dos horas. Pero aún se sigue preguntando: ¿Para qué estudié medicina? Y cada día le cuesta más respondérselo…

Podría pasar esto, o podrían pasar otras cosas. De eso se trata esto de querer hacer política…

Esta entrada fue publicada en Boletines. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta en “P.A.J.A. (Pensamientos Angustiados de un Joven Académico)

  1. Prices dijo:

    Great! thanks for the share!
    Linda

Los comentarios están cerrados.