¿Con quién cursaste neuromarketing?

(o algunas notas sobre la privatización «a fuego lento» de la Facultad de Cs. Médicas)*1

Motivo de consulta

Empecemos por el principio. Desde fines del año pasado, la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil lanzó, en nuestra facultad, la tarjeta Universicard y el sistema Capacitarte. Pero… qué son?

>>El sistema Capacitarte consiste en una institución, creada entre otros organismos por el Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas, que ofrece una serie de cursos pagos (casi todos sobre finanzas, marketing, dirección de empresas, etc.). Su slogan es «cuando invertís en vos nunca perdés». Entre sus auspiciantes figura el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.*2

>>La tarjeta Universicard consiste básicamente en una tarjeta que podemos adquirir los estudiantes y que nos otorga ciertos descuentos a la hora de comprar productos en algunos conocidos comercios. También se propone como una forma de conectar estudiantes que buscan trabajo con empresas que buscan personal (como telemarketers). Entre sus auspiciantes figura la Universidad de Buenos Aires.

Tanto Capacitarte como Universicard, fueron presentados como beneficios para los estudiantes, pero analizando un poco más en detalle, surgen algunas preguntas que ponen de manifiesto como detrás de un anuncio que aparenta ser una «buena noticia» se esconden políticas oscuras.

Como veíamos, mediante Universicard nuestra facultad se vincula con distintas cadenas de comercio (locales de ropa, de comida, de electrónica, etc.) a las que hace una publicidad indirecta. La primera pregunta que nos surge es ¿existe algún marco regulatorio que diga cuanto recibe la facultad a cambio de esta publicidad? ¿qué uso se le dará a ese ingreso si ni siquiera está indicado en algún lado cuánto es ni a dónde va? Pero más allá de esto, cabe preguntarse ¿es bueno para los estudiantes que la facultad tenga convenios con empresas privadas?

Con Capacitarte nos surgen aún más preguntas. ¿Está bien que un centro de estudiantes, en este caso el de económicas, se encargue de dar decenas de cursos pagos? ¿No es un poco contradictorio que eso pase en una universidad pública? ¿Por qué nuestra facultad hace publicidad de estos cursos? De nuevo, no sabemos cuanto gana nuestra facultad por esa publicidad ni a donde va esa ganancia. Pero aún más extraño es que de los cursos dictados por Capacitarte, ninguno tiene relación con la medicina (a no ser que se considere que el neuromarketing es de utilidad para los estudiantes de medicina, cuestión de la que nos permitimos dudar).

Antecedentes de enfermedad actual

¿Por qué el centro de estudiantes de económicas funciona como una facultad privada dentro de una facultad pública y declara que la educación es una «inversión»? ¿Por qué nuestra facultad busca acuerdos comerciales con empresas y con el centro de económicas? ¿Es esta la solución al problema presupuestario? ¿Qué consecuencias nos pueden traer a los estudiantes estos supuestos «beneficios»?

Para pensar esto es útil saber que la generación de «recursos propios» por parte de la universidad mediante los acuerdos con empresas privadas, no es algo novedoso. Ante un Estado que desfinancia la educación superior, las respuestas de las universidades han sido buscar negocios con las empresas, alquilar sus espacios (como cuando se alquila el Aula Magna a los laboratorios), y aumentar la oferta de posgrados pagos mientras que recortan sus planes de estudio. De esta manera la universidad pasa a preocuparse más por cómo conseguir financiamiento que por cómo formar profesionales críticos, aceptando silenciosamente el ahogo presupuestario. Cabe preguntarse entonces qué entiende la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil por «extensión universitaria» cuando aprueba Universicard y Capacitarte. ¿Es esa «extensión universitaria», que consiste en hacer negocios con determinadas empresas, la función social que queremos para nuestra facultad?

¿Plan terapéutico?

Creemos que es fundamental que los estudiantes, y toda la comunidad universitaria, nos juntemos a discutir este tipo de cosas. Defender el sentido social y ético de la medicina y de nuestra facultad, de nosotros depende.

 

Notas:
*1 A la hora de escribir este texto, decidimos omitir nombrar agrupaciones y personas involucradas. Más que criticar determinadas siglas, colores o funcionarios, nos interesa, en este caso, replantear la estructura que hace que unas pocas personas decidan cuestiones tan importantes para nuestra facultad, mientras que la mayoría de los docentes y estudiantes ni nos enteramos.
*2 El auspicio del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, va a tono con las declaraciones de Barañao -ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación- sobre la necesidad de conectar las universidades con las empresas. Quienes piensan que la educación es un gasto que hay que reducir, como quienes piensan que la educación es una inversión para el crecimiento empresarial, comparten el no pensar la posibilidad de una educación como herramienta de transformación social. Al respecto, ver las declaraciones de Barañao a la prensa.
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