«El pasado viernes 9 de septiembre debido a un corte accidental de un caño que contenía gas, se produjo una explosión, seguida de un incendio en un laboratorio de Investigación del Departamento de Fisiología. Como consecuencia de esto, se produjo una nube tóxica que invadió gran parte del edificio obligando a su evacuación. Nuestra Facultad no cuenta con un plan de evacuación adecuado. Mientras ocurría el incendio, los ascensores seguían funcionando, los estudiantes y trabajadores de la facultad no sabían si debían evacuar el edificio.» CECIM
Como Producción Horizontal, queremos poner en común algunas preguntas y reflexiones en torno a esto. Creemos que es fundamental que tengamos una facultad con gas, con un plan de evacuación, y donde no haya incendios ni inundaciones. Nos parece que la única manera de lograr eso es organizándonos colectivamente, ya que está claro que las autoridades del Consejo Directivo o del Consejo Superior, no tienen ningún interés en esto, y que de ellas no podemos esperar nada. Por esto, es que creemos que participar en instancias abiertas, horizontales, sin distinción de claustro, como la asamblea, donde decidimos entre todos los pasos a seguir y los llevamos adelante, es el camino a transitar. También pensamos que el cuerpo de delegados y las comisiones del CECIM, como instancias de participación, aportan mucho en este sentido.
Sin embargo, nos parece que los constantes conflictos en nuestra facultad (la falta de gas, los convenios de Macri, el punto del IAR, la reforma de microbiología, los principios de incendios, etc.), nos muestran en un lugar distinto del que quisiéramos estar y nos obligan a hacernos algunos cuestionamientos. ¿Por qué estamos siempre reaccionando? En los últimos años, ni un solo conflicto ha sido generado a partir de las ganas de transformar la facultad de los que la habitamos. Siempre es un constante responder a las medidas privatistas de las autoridades, reaccionar frente a lo que ellos deciden, o a accidentes producto del deterioro edilicio. De esta forma, estamos dejando de lado nuestra iniciativa. En este sentido, creemos que si queremos ganar un conflicto y avanzar en la construcción de otra facultad, tenemos que ir más allá de lo esperado y cuestionarnos acerca de las raíces de los constantes problemas que ocurren. Nuestra protesta tiene que ser no sólo una respuesta a lo que hacen las autoridades, sino sobretodo tiene que poder crear una voluntad colectiva de otra facultad posible y realizable. Si esa voluntad no existe, no importa cuantos petitorios entreguemos o cuantas marchas convoquemos, nada va a cambiar. ¿Qué facultad queremos, qué facultad vamos a construir? Esa es la pregunta que tenemos que hacernos y que tenemos que llevar a cada aula.
Por otro lado, nos parece que si las autoridades de la facultad se muestran incompetentes para resolver los conflictos -en el mejor de los casos-, tenemos que cuestionarnos acerca de su composición y su naturaleza antidemocrática. Pero dejando en claro que tampoco creemos que todos los problemas de la facultad sean por diecisiete personas que se sientan en el Consejo Directivo. En las relaciones jerárquicas que existen entre los estudiantes y los docentes, en la estructura de cátedra, en nuestra aceptación pasiva, diaria, de las condiciones de cursada, es donde se juega el estado de cosas de nuestra facultad. En todo caso, ahí reside el poder del Consejo Directivo, en esas relaciones que construimos entre los claustros y dentro de ellos. No es que queramos con esto restarle responsabilidad a las autoridades, es más bien que queremos recuperar nuestra potencia. Además de movilizarnos al Consejo Directivo cada vez que hay algún conflicto, nos parece importante recalcar su constante inoperancia para resolver los problemas de nuestra facultad. Entendemos que la misma no es casual, sino que se debe a su lógica verticalista, que hace que el gobierno de nuestra facultad esté completamente separado de los estudiantes, docentes, investigadores y no docentes.
Pero la crítica a la inutilidad del Consejo Directivo, a la estructura piramidal de la facultad, y a las relaciones de poder que en cada aula y en cada hospital la sostienen, no puede ir separada de una práctica que busque crear otra cosa. A modo de ejemplo, citamos dos experiencias que creemos van en esta dirección:
- Conjugando Saberes: desde el año 2005, funciona en la Facultad de Cs. Médicas este grupo interdisciplinario de reflexión colectiva en torno a la salud. En el mismo no sólo se aborda críticamente la formación en salud, sino que se propone una forma alternativa de producir conocimiento, en la cual cada participante se encuentra en un plano de igualdad con sus pares, sin distinción de disciplinas o claustros, intentando cuestionar en acto la jerarquía docente-alumno.[1]
- Revocables…: fue el nombre de la lista que obtuvo el consejero por la minoría estudiantil en la Junta Departamental de la carrera de Filosofía de la UBA en el 2008. Lejos de presentarse con un programa a seguir, dicha lista sólo proponía una metodología: que el consejero no funcionaría como un representante, sino que cumpliría siempre con un mandato a construirse en asambleas periódicas, completamente abiertas a cualquiera que quisiera participar en ellas. A la vez, dicho consejero era rotativo y asumía con la renuncia firmada. La propuesta implicaba llevar a la práctica la democracia participativa, lo que efectivamente se hizo durante los dos años que duró su mandato. A fines de 2010 la lista Revocables… se disolvió en la Asamblea de Filosofía, que se presentó a elecciones y obtuvo un consejero, respetando la misma metodología.[2]
Entendemos que es necesario aportar, desde nuestro humilde lugar, a la organización que vaya más allá de un conflicto puntual, profundizando en sus causas, multiplicando las instancias y los espacios de encuentro de toda la comunidad universitaria, preparándonos para llevar adelante la democratización de la facultad.